Limbo

Son las diez de la noche, el agua abraza fríamente mi cuerpo, impidiendo que el aire nocturno me permita volar. Sin embargo La Luna me susurra al oído, que debo apresurarme porque mi ser amado en cualquier momento me abandonará.

Con el temor de ser olvidada, me apresuré en salir de donde estaba, aunque eso significó lastimar mi piel mientras te buscaba entre los hermosos rosales que el inmenso bosque ocultaba.

Te divisé a lo lejos. La voz no me salía; justo ahora que lo único que quería era  decirte que ¡No quiero que me dejes jamás!. ¡Por favor no me dejes ir, que no sé a dónde iré a parar!…

…Tengo miedo a no ver tu rostro junto al mío una vez más, y me aterra sentir más frío en este inmensa oscuridad, que estar descalza sobre la nieve.

Tu silueta desvaneciéndose entre las sombras de la noche, hace que interprete que yo para ti, ya dejé de importar. Aún así, tengo mi último deseo, que es poder decirle a los ángeles que me den una oportunidad más, para demostrar que yo aquí en la Tierra, pequeñas almas debo cuidar. Entre esas, la tuya.


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